¿Y por qué no transformar un espacio que se ha venido utilizando durante años como trastero en un estudio? ¡Pues dicho y hecho! Eso es lo que pensó la arquitecta Karin Matz. ¿Queréis añadir un componente que lo complique aún un poquito más? Contaba sólo con 36 metros cuadrados.
Lo que el propietario demandaba era un vestidor, una gran ducha y versatilidad de un espacio que pudiera ser dividido en caso de necesidad y todo ello sin salirse de un exiguo presupuesto.
Y la propuesta de Karin Matz, consistió en elevar la cama sobre el armario y separarla por una mampara de la cocina. Dotar a la zona de cocina- dormitorio de un aspecto renovado y blanco más acorde a un espacio nuevo y a un nuevo uso, mientras que en la zona del salón quiso mantener la esencia del anterior uso del espacio manteniendo paredes e instalación eléctrica vistas. Un homenaje a la esencia del lugar.
A ver, ¿qué os parece?
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